En una sociedad donde se valora más a las personas elocuentes y comunicativas, pocos reconocen la importancia de los introvertidos. El poder de este grupo para promover el cambio es mucho mayor de lo que uno podría imaginar. Así lo defiende la escritora estadounidense Susan Cain, autora de una obra de divulgación sobre el tema.

“Tranquilo: el poder de los introvertidos” (en la traducción literal) es un libro que habla de las relaciones interpersonales. El autor critica algunas convenciones sociales básicas, como el trabajo colectivo. Muchas escuelas o empresas fomentan el concepto de “trabajo en equipo”, que supuestamente estimula la creatividad y la búsqueda de soluciones. Esto es un error, según Susan, ya que la mayoría de los mayores logros humanos han sido logrados por personas que actuaron solas.

Ella, la escritora, explica que una serie de experimentos psicológicos, desde la década de 1950, han demostrado que el trabajo colectivo “enmascara” lo que realmente piensa cada individuo, ya que a todos les preocupa tener la opinión que recibe el grupo. Por lo tanto, la creatividad de cada uno se atrofia, no se estimula.
La introversión, dice, a menudo se confunde con la falta de iniciativa y creatividad, pero este es un concepto falso. Susan no aboga por abolir el trabajo en equipo. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el que más habla en un grupo no siempre debe ser el líder. Las personas introvertidas pueden liderar muy bien y caracterizan adecuadamente su tipo de liderazgo.

El escenario que envuelve al introvertido es decisivo para decir quién es. Susan dice, por ejemplo, que una persona introvertida incluso saliva más que una extrovertida cuando bebe algo que estimula sensaciones más fuertes, como el jugo de limón, porque reaccionan a la intensidad de manera diferente.

Y estas reacciones al medio externo, según el escritor, son la clave para entender al tímido. Esto se debe a que los lugares a los que vamos -instituciones educativas, instituciones laborales y centros religiosos, por ejemplo- están diseñados para exaltar a los que se destacan, a los que se ven. Aquellos a los que les gusta pasar más tiempo consigo mismos suelen quedar relegados a un segundo plano.

Según la investigación del autor, entre un tercio y la mitad de las personas pueden considerarse introvertidas. Es natural que traten de negar esta condición -obligándose, por ejemplo, a ir a fiestas en las que no les gustaría estar, porque prefieren quedarse en casa haciendo algo solos- porque siempre han sido educados para actuar en una manera extrovertida.

Lo que Susan recomienda, por tanto, es que la sociedad evite valorar a los extrovertidos en todas las situaciones, ya que no siempre son los más indicados para lograr algo. Se necesita sensibilidad para reconocer qué tipo de contribución al grupo puede hacer cada introvertido.

Más información sobre los introvertidos

Al igual que una persona extrovertida, una persona no es introvertida simplemente porque quiera o porque no se dedique lo suficiente a las interacciones sociales, sino porque
tu cerebro tiene un sistema de recompensa diferente al de una persona extrovertida. La información y los estímulos también se procesan de manera única. Así que si encuentras placer en leer un libro un sábado por la noche y no en una discoteca, no te sientas mal por ello.

Mira qué interesante: ”Estudios realizados por el psicólogo Hans Eysenck muestran que los introvertidos necesitan menos estimulación del mundo exterior para sentirse despiertos y alertas en comparación con los extrovertidos. Esto significa que los introvertidos pueden sobreestimularse fácilmente”.

Las razones científicas por las que los introvertidos y los extrovertidos son diferentes

Por supuesto, las personalidades introvertidas y extrovertidas son diferentes. Pero esta diferencia no es tan importante como se nos hace creer.
Los escaneos de los cerebros de las personas muestran que los introvertidos tienen un área, llamada corteza prefrontal, que es más gruesa que los extrovertidos.

Dado que esta región está relacionada con el pensamiento profundo y la planificación, esto sugiere que los extrovertidos son más impulsivos, mientras que los introvertidos reflexionan más sobre los problemas antes de tomar una decisión.

Debido a las características de rumiación de los introvertidos, pueden ser más propensos a la ansiedad y la depresión.

Los extrovertidos toman más decisiones sin pensar en ellas porque sus sistemas de recompensa cerebrales están más activos, es decir, se sienten más satisfechos al tomar ciertos riesgos.

Históricamente, ninguno de los extremos conduce a una clara desventaja social. Por ejemplo, en nuestro pasado como cazadores-recolectores, los introvertidos hacían bien en permanecer fuera del foco de atención durante la cacería, evitando a los depredadores, mientras que los extrovertidos harían mejor en enfrentarse al peligro e ir a cazar cuando la comida escaseaba.

Hoy en día, los ambientes parecen favorecer a los extrovertidos, siendo común el trabajo en grupo en escuelas y empresas, por ejemplo. Pero no siempre es así. Ser introvertido también tiene ventajas, como hablar en público: las investigaciones indican que los introvertidos son mejores en esto, ya que piensan más antes de abrir la boca.

Algunos conceptos y parte del texto anterior fueron extraídos del manual de capacitación en evaluación de be.group assessment, del libro #6 de Carl Gustav Jung y de revistas científicas que tratan este tema.

En conclusión: Es necesario tener cierto cuidado con los conceptos y comportamientos de introvertidos y extrovertidos. El primer paso es darse cuenta de que las diferencias no son defectos sino atributos individuales naturales.

A menudo vemos en el entorno corporativo y, principalmente, en los procesos de selección, consultorías y empresas, la búsqueda de ejecutivos y otros profesionales, presentando varios requisitos y, entre ellos, siempre destacando atributos de sociabilidad, comunicación y expansividad que son más destacados en los extrovertidos. Esto, de por sí, ya discrimina a gran parte de los profesionales que pueden y deben ser competitivos y tan ajustados a las funciones como los demás extrovertidos.

Es necesario profundizar y estudiar qué características de personalidad realmente interfieren en el desempeño del profesional. No basta con “seguir” un modelo profesional común con unos requisitos de comportamiento también comunes a todos. Sin duda hay un vicio inherente que debe ser resuelto.

João Rhoden